domingo, 5 de marzo de 2017

CINCO (O SEIS) COSAS QUE VIMOS EN ARCO Y QUE (CASI) SEGURO TE LAS PERDISTE


Dicen que es una feria, dicen que no hay riesgo, dicen que las galerías juegan cartas seguras e, incluso, marcadas. Dicen que no deberían de ir nada más que coleccionistas, dicen que no hace sino reducir el arte a un espectáculo de cifras y números, dicen que incluso no ayuda a que el arte contemporáneo sea percibido por los ciudadanos como algo más que una estrambótica banalidad. Dicen tantas cosas de ARCO que a uno casi le tiemblan las canillas al acercarse la fecha.  
Pero no me quejo, no hay que quejarse. El problema, en esto como en todo, es el de no dejarse llevar por el sano ejercicio de la duda, sobre todo de la propia, y el hacer de cada opinión un lugar de no retorno. Porque, ¿y si sí?, ¿y si sí se pudiese ir a ARCO a disfrutar del arte, a contemplar y aprender? Cada cual tiene su modo, pero para el que esto escribe la gracia radica en las galerías nacionales con sede fuera de Madrid. Sí, ya sé que, gracias a muchas bazas que juegan en su contra, cada vez son menos. Pero es ahí donde se parte el bacalao: frente a lo bastante sabido de la escena madrileña, frente a los grandes nombres que vienen de fuera, frente a ese batiburrillo de galerías alemanas –con alguna nórdica o francesa– que parecen haberse quedado en alguna senda perdida del neo-expresionismo abstracto, el galerismo español no madrileño es el que más sorpresa da, el que más se disfruta y del que más notas uno saca.
Valga, en todo caso, este pequeño texto como recuerdo de una edición de ARCO en el que, de nuevo, pudimos sonsacar cuatro o cinco buenas degustaciones. De hecho fueron más, pero lo reducimos para no cansar al personal y para no hacer de esto –Dios nos libre– la enésima lista.   

1-    JOAN FONTCUBERTA (Angels Barcelona)
No sé si ambas fueron en la misma galería barcelonesa, pero el hecho es que en la feria pudo verse dos de los trabajos más recientes del artista catalán. Y ambos, como de costumbre, muy interesantes. Dejando de lado su vertiente más conocida y simpática de la docu-ficción -de la que pudimos ver una estupenda selección el año pasado en Ia exposición Imago ergo sum-, Fontcuberta se centra en el soporte material de la fotografía y su actual evanescencia en un mundo inmaterial como el actual. En Trauma el artista rasga y pule la superficie hasta llegar al nivel cero del soporte, un nivel por otra parte imposible de alcanzar ya que siempre queda algún resto, alguna huella, alguna forma de recomponer la imagen. Así, este trabajo también habla de la memoria –o de la falta de ella– en el mundo-imagen actual donde no hay pasado ni manera de reconstruirlo sino un infinidad de instantes-ceros, de pulsiones visuales donde todo remite a un futuro que, por otra parte, nunca termina de acaecer.  


En su otra pieza, Gastropoda, Fontcuberta sitúa varias de las decenas de invitaciones a exposiciones y cartas que recibe semanalmente para disfrute de los caracoles de su jardín. El resultado es más que sugerente: la imagen –imágenes a más inri de arte impresas en los tarjetones de exposiciones– son devoradas sin ningún decoro por el animal.



2-    SERGIO PREGO (Carreras Múgica)
Para quienes conocemos el trabajo de Prego desde hace años (justo hasta hoy en el CA2M y todavía recordadas algnas de sus exposiciones en Soledad Lorenzo), estas piezas presentadas en la galería bilbaína son sumamente sugerentes. Basando muchas de sus líneas de actuación en el antagonismo entre conceptos como afuera/adentro, ligero/pesado, denso/leve, y aplicados todos ellos en una investigación en torno a la escultura, estas piezas fluctúan como cruce de camino de toda su investigación estética. Materia y forma juegan al escondite para ofrecernos un diagrama de fuerzas en torno a las posibilidades expresivas de la escultura. ¿Cuánto de fuerza, cuanto de expresión hay en ese retorcimiento curvo de la materia para darle forma? No sabemos, el gesto queda indeterminado en su ambivalente actuación. ¿El hormigón da el pego o es el plástico inflado lo que simula perfectamente la levedad del aire?
Investigando un poco más, sabemos que la pieza forma parte de una estupenda exposición que tuvo lugar en la galería el pasado mes de marzo.


   
3-    Lawrence Abu Hamdam (Mor Charpentier)
Como esto también va de descubrir nuevos artistas, el mío es sin lugar a dudas este artista jordano. Su trabajo se centra en investigar las relaciones entre testimonio, lenguaje y tecnología referidos a los movimientos fronterizos de inmigración y exilio. Lejos de seguir los cánones facilones de la denuncia o de la representación mimética, Abu Hamdam desentraña la naturaleza socio-política de una realidad que desborda con mucho cualquier planteamiento buenista o superficial. Reactualizando el relato bíblico de Jc 12, 4-6 en torno al Shibboleth el artista monta un display en torno al hecho –real como la vida misma– llevado a cabo por las autoridades migratorias holandesas por el cual se analizaba el dialecto y acento de los somalíes para discriminar su entrada en relación a la zona de Somalia de la que procediesen.


4-    Fabio Kacero (Ruth Benzacar)
Vale, de acuerdo: ya sabemos que la pieza en sí misma no va a revolucionar el mundo. Pero tampoco es algo que a estas alturas nos quite el sueño y, además, siempre queda un desfase de indecibilidad entre el pensamiento de lo obvio y su puesta en escena. Que buscar la enésima concatenación apropiacionista de una obra es una provocación naif es algo sabido por todos: pero quizá en la sorna de su remultiplicación hay aún algo que tengamos que saber. En este caso Kacero ha aprendido a imitar la letra de Borges para rescribir el cuento Pierre Menard, autor del Quijote. La serialidad que se ofrece no alude tanto a una temporalidad lineal (Cervantes, Menard, Borges, Kacero) sino a otra heterocrónica: falsificando su letra y su firma, Kacero mezcla tiempos y espacios, reactualizando y re-presentando a Borges en una trama de relatos sin fin.



5-    Ignasi Aballí y Richard Venlet. (Estrany-de la mota)
Quizá por el reciente fallecimiento de Tony Estrany, quizá porque sin pertenecer a la sección Diálogos superaban a muchas de ellas, sin duda que hay que reseñar la aportación de esta galería barcelonesa donde la relación entre esos dos artistas en el pequeño stand de la galería fue superior. 

Fotografía Latamuda

6-    Juan Muñoz y Miquel Barceló (Elvira González)
Por cosas como esta hay que ir a ARCO. No dialogaban entre sí, pero les separaban apenas un pequeño panel. Y el efecto en contrapicado de los dos grandes del arte contemporáneo español fue brutal. Barceló presentaba las cerámicas que le quedan (aunque seguro habrá hecho más) de su exposición de 2013 de la que ya dijimos todo lo que había que decir. La obra de Muñoz era la más cara de la feria y sin duda un oasis en medio de tanta vorágine que nos recordaba a esos tiempos donde teníamos al mejor.



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