lunes, 25 de enero de 2016

GALERÍA LOUIS21: ÚLTIMA RONDA


STATEMENT: Rafa Forteza, Bel Fullana, Cristina Garrido, Álvaro Gil, Alejandro Leonhardt, Abdul Vas, Pep Vidal e Ian Waelder
GALERÍA LOUIS21: 16/01/16-27/02/16

Declaraciones. Sí, quizá eso sea lo que mejor puede dejar a su paso una galería de arte. Declaraciones y, junto con ello, recuerdos. “Me acuerdo…”, decía en su momento Pep Vidal y ahora Oscar Florit (director de la galería) para despedirse. Si el arte, antes que cualquier otra cosa, es una experiencia que produce conocimiento, sin duda que hay recuerdos marcados a fuego vinculados con el breve tiempo que ha estado está galería abierta en Madrid. Y es que la importancia de Louis21 no ha sido ni mucho menos pequeña en el entramado de una ciudad que, se mire por donde se mire, parece desangrarse por momentos.
Y si se trata de recuerdos, nosotros nos acordamos de la exposición de apenas hace unos meses de Alejandro Leonhardt –aquella que no pudimos referenciar por tener el blog cerrado– y cómo le descubrimos de la mano del gran Francesco en un Just Madrid de hace un par de años, de los trabajos de Pep Vidal (matemático como el que suscribe) y como nos hizo perder “los límites del control”, el hippie jump de Ian Walder, de la propuesta para “Jugada a 3 bandas” –Sobre el muro– comisariada por Ángel Calvo Ulloa, de la exposición de Cristina Garrido de la que no supimos ver el potencial que había dentro, de las intervenciones de Irene de Andrés, de Jean Morey o Eugenio Merino en The Window, de los “malditos cuentos” de Bel Fullana, de las internacionalizaciones de Paul Cowan y Valerie Krause y, ahora que cotilleo en su web, me acuerdo del poco caso que hice a exposiciones como la de Pol González Novell.
Pero, sobre todo, nos acordamos de las declaraciones: si, en términos generales, parece que la institución o el museo son lugares más acordes para la experimentación, Louis21 se ha destacado cómo un emplazamiento para el ensayo, la prueba y, sin temblarle el pulso, el error. Todo pareciera paradójico visto lo reducido de sus dimensiones, pero haciendo de la necesidad virtud Louis21 se empeñó en llevar al límite sus posibilidades expositivas –que no son sino las de un continuo replanteamiento de la labor del galerista, del artista y del espectador. 
La triple posibilidad expositiva –interior, escaparate y The Window– remite a la búsqueda incesante de nuevos modos de percepción y a una fragmentación espacial y temporal del modo canónico de comprender la exposición. Semejantes modus operandi vienen sin duda impuestos por las características de una galería para la que cada artista no es ni mucho menos un valor seguro sino una posibilidad emergente –en el mejor sentido de una palabra que despierta por sí misma recelo– de sondear las posibilidades del arte contemporáneo.
Pep Vidal
Porque, y aunque no quisiéramos ponernos estupendos en esta ocasión donde se trata simplemente de alabar al trabajo de unos pocos, si por algo sin duda vamos a echar de menos el espacio de la galería es por esa capacidad probabilística suya de, en cada exposición, en cada ventana, ofrecernos una apuesta ni firme ni segura sino –mejor aún– con capacidad para el asombro.
Quizá eso sea lo que tengan en común las propuestas –declaraciones– arriba referidas: en tener cada una de ellas ha ayudado a descentrar un poco el panorama, en que cada una de ellas ha sentado un precedente de lo que cabe entender actualmente por artista, galería, exposición e, incluso, público.  
Para esta ocasión, como un último brindis, una exposición que es más que una colectiva y que podría ser una exposición de tesis acerca de cómo el arte contemporáneo solo es rompiendo cuantas más superficies mejor: la superficie de cada práctica artística (Forteza), la superficie del dispositivo exposición (Garrido), la superficie de la galería (Vidal), la superficie incluso de los límites que separan el arte del no-arte (¿es Waelder un artista o un simple gamberro en monopatín?, ¿es Leonhardt un escultor o un reciclador compulsivo?)
Para acabar, simplemente dos deseos: que la galería Xavier Fiol –curiosamente también balear– que abre en doctor Fourquet este mismo enero sea digna heredera de la Louis21 y que ésta, que continúa en Palma, la podamos ver, a ella y a sus artistas, por aquí de vez en cuando, por ARCO por ejemplo. Ah, y que sigamos viendo a Francesco!! 

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