martes, 4 de octubre de 2011

JUEGOS DEL ARTE: LA SINRAZÓN LÚDICA DE JONATHAN NOTARIO



JONATHAN NOTARIO: REALITY TOYS
GALERÍA BLANCA SOTO: 15/09/11-28/10/11
(artículo original publicado en 'arte10.com': http://www.arte10.com/noticias/index.php?id=397)

Partiendo del libre juego del entendimiento kantiano, de la imaginación creativa, de los poderes nocturnos novalianos, el primer romanticismo tuvo en el concepto de producción una de sus dianas preferidas. Para fagocitarse del imperio de la razón instrumental que empezaba a crear su pequeño reino de déspotas, para dar cabida a una esfera de razón práctica donde pudiera operarse una vinculación entre el universal perseguido y la individualidad propia de cada sujeto –es decir, para no acabar en un panteísmo ni es un ateísmo-, la estética romántica surge como propuesta desde donde operar una esfera pública común desprovista del reino de los intereses creados, donde solo los fines racionales y éticos a un tiempo, tuvieran cabida.

La noción de genio de Kant, el sujeto que se da así mismo unas reglas que coinciden punto por punto con las reglas de la producción que entran en juego en tal construcción, es pilar fundamental desde la que, lamentablemente, vinieron a converger teorías ‘sacrílegas’ de todo tipo: desde la divinización del artista, pasando por el glamour de la tuberculosis y la buhardilla parisina, hasta la tautología utópica del ‘todos somos artista’.

Y es que la estética vino desde el principio a comprenderse como instancia desde la que operar una diferencia con el ámbito de producción propio de la racionalidad ilustrada. Dicha diferencia operaba, y sigue operando, entre dos polos: el polo de la autonomía de la práctica estética, y el polo opuesto de su devenir-vida. Praxis artística y trabajo, vendrían entonces a contraponerse como modos de producción vital la primera, y alienada la segunda.

Dentro de esta problemática una de las figuras que más fama tuvo fue sin duda la del homo ludens: la idea de que el hombre, disponiendo de sus facultades creativas, lograría desvincularse de la productividad capitalista, ahí donde su producto quedaba enajenado.

Schiller, partiendo del primado conceptual de la noción de intuición sensible de Kant, desplegó una filosofía completa donde la educación estética vendría a comprenderse como fundamental a la hora de hacer emerger un sujeto totalmente libre. Es decir, para un total florecimiento de la cultura, no bastaba con el homo faber, sino que sería menester un sujeto capaz de relacionarse con sus capacidades más creativas: el homo ludens. “Expresado con toda brevedad, diría el propio Schiller, el ser humano sólo juega cuando es hombre en el pleno sentido”.

Con el tiempo, y entrando ya como no en la era de la autonomía negativa -aquella que más que postular la construcción de una instancia pública común, se contenta con atrincherarse en sus posiciones de ejercer de polo de resistencia frente a la cada vez mayor conquistas de la mercantilización y fetichización de todo tipo de mercancías-, las posiciones lúdicas de la estética, vinieron a formar parte de las estrategias más convincentes a la hora de lograr un aplazamiento, un punto de fuga, de la imperiosa razón hiperinstrumental.

Así por ejemplo, y antes de desencadenarse el fracaso de toda decadencia, la filosofía del dios que baila de Nietzsche y aquella otra del flaneûr de Baudelaire, vendrían a ser los herederos más consistentes de una práctica que tenía en la faceta lúdica y ‘ebria’ a su mejor compañera.

Pero, en esto como en todo, los tiempos cambian que es una barbaridad. De las encomiables posiciones que se comprendían como el último bastión de la resistencia militante, hemos pasado al hecho de que todo, absolutamente todo, sea absorbido por las formas de la economía del capitalismo cultural para su aprovechamiento masificado. Fácil de concluir es que todos los vestigios de creatividad lúdica son rápidamente desconectados de su potencialidad utópica para caer en manos de las industrias del entertainmnet y el showbussines.

Con estos condicionantes socio-históricos, Jonathan Notario (León, 1981) lleva desarrollando desde el año 2009 una propuesta artística con la cual, con un envidiable sentido del humor, pone al descubierto las estrategias irónicas sórdidamente ganadas para el sistema mercantil. Sus obras, que conjugan la pintura y la escultura con la performance, apelan a lo candoroso del juego para, desde ahí, llevar las absurdas contradicciones de la tecnificación y escenificación postmoderna a un grado tal de ironía que, sutilmente, nos enfrenta a lo paranoico de nuestros ejercicios de divertimento.

Y es que la estrategia de Notario bien podría resumirse como la absurdez elevada a su máxima potencia: si el sistema económico se propone como el dispositivo que crea precisas soluciones para problemas que nunca antes habíamos tenido, si su mecánica se infiere de la capacidad que tiene el propio sistema de anticipar la causa al efecto, la satisfacción al deseo, Notario no hace sino tirar de la cuerda, tensarla hasta que ésta, a punto de rasgarse víctima de una simulación esperpéntica, nos devuelve la imagen invertida a nuestro verdadero campo de acción: una topología hipertecnificada donde bajo la máscara del divertimento nuestras preocupaciones e intereses se dirigen a lo para-absurdo de dar soluciones a lo estúpido.

Así Reality Toys, la marca ‘registrada’ del propio artista-jugador, es una marca ficticia de juguetes que ayudan a solucionar problemas humanos mediante la intervención absurda de la técnica. Sus lienzos, simulando ser el empaquetado del propio juguete, reflejan igualmente sus campañas publicitarias y sus manuales de instrucciones, al tiempo que, pegado al propio lienzo, el juguete en cuestión destaca para que el público ‘juegue’ con él.

Diversión y parodia para denunciar de manera harto irónica los efectos devastadores del marketing: el juego, si como hemos señalado más arriba, pudiera comprenderse como la instancia desde la que hacer dinamitar las estrecheces racionales, es devuelto por Notario a su lugar privilegiado: el juego como ámbito desde la que dar un corte y reorganizar el sentido de lo posible y de lo deseable. Porque, a fin de cuentas, ¿quién no ha deseado ser sustituido en el trabajo, o defenderse en inglés, o disponer de una bomba antidiscusiones?

Si Schiller, en definitiva, articulaba el sentido de lo lúdico como antagonismo principal a los dictados de la razón, Notario comparece en esta exposición como heredero de esta tradición para, de forma irónica, denunciar el poder actual de una tectónica que, articulando lo posible con lo técnico, delinea un campo desiderativo que, a poco que se tensen sus parámetros, nos devuelve la absurdez atrofiada de su propio proceder.

Abrir el sentido burlón de lo posible/imposible, o delinear nuevas estrategias utópicas: Notario juega ser artista y, de hecho, a veces pareciera que lo consigue.



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